En estos días de incertidumbre y confinamiento obligatorio, impuesto por la crisis del coronavirus, la digitalización está siendo nuestra ancla para afrontar o por lo menos minimizar, los impactos económicos, sociales y psíquicos de la pandemia.
El estado de alarma, comparado frecuente, debido a las heridas que está abriendo en nuestra sociedad, a una 3ª guerra mundial, ha venido confirmar la extrema importancia de las tecnologías de información, llevando a cuestionarnos:
¿Qué sería de nosotros si no existiesen?
Esta experiencia traumática que nunca habíamos vivido antes, ha trasladado nuestras vidas a nuble, manteniendo en el teatro de operaciones, solamente las actividades prioritarias de sanidad, orden y suministro básico, donde la presencia física del individuo es imprescindible.
Son ejemplos de la nueva vida virtual, la masificación, de algunas prácticas como: el teletrabajo, la tele formación, la educación à distancia, la tele gimnástica, las asesorías remotas, las ventas online y hasta las visitas virtuales a los museos.
Familias y amigos, impedidos de abrazarse y besarse físicamente, sustituyen estos gestos de cariño, por emojis, besos y abrazos virtuales, que proliferan en las redes sociales y en las videollamadas.
¿Cómo se irán adaptar las organizaciones a la nueva realidad que emergerá post- confinamiento?
Las elecciones que hagan ahora, les cambiarán la vida en los próximos años[1].
¡En la lucha por la supervivencia, ganan los más fuertes, más ágiles y más creativos!
Transponiendo esta afirmación a las organizaciones, ser fuerte significa estar bien equipado en tecnología y disponer de recursos humanos cualificados y proactivos.
Ser ágil y creativo, presupone:
- tener capacidad para anticipar, los riesgos que podrán hacer hundir el negocio y desarrollar medidas para mitigarlos;
- tener flexibilidad y capacidad para reaccionar prontamente, ante situaciones adversas imprevistas;
- reinventarse una y otra vez…y cuantas sean necesarias, al revés de caer en la lamentación y claudicar.
Hasta las barreras al cambio, hechas con el hormigón más fuerte, se están derrumbando rápidamente desde que empezó la pandemia.
Decisiones que llevarían años a tomarse, están avanzando en el inmediato, como es el caso del teletrabajo. En España los teletrabajadores, representaban tan solamente a un par de meses atrás un 4%, mientras ahora con el COVID- 19, son el 88%[2], englobando a un vasto abanico de sectores de actividad.
Por imposición de la crisis sanitaria, aceleramos nuestro viaje hacía un nuevo paradigma de sociedad, completamente distinto de lo que dejamos atrás y al cual todos nos tendremos que adaptar, sobre todo las empresas, pilares de nuestra economía.
Volver a la vida laboral, tras la pandemia: un proceso gradual lleno de vicisitudes
¡Nada volverá a ser como antes!
Por razones sanitarias que pretenden evitar la gravedad de nuevos brotes, el retorno al trabajo, irá realizarse bajo múltiples condicionantes y de forma gradual. Además, una parte significativa del personal estará, directa o indirectamente fragilizado a nivel físico y psicológico.
Las empresas tendrán que ser capaces de reintegrar personas con secuelas, que se pueden manifestar a través de miedos y fobias que antes no existían, como, por ejemplo: no ser capaz de coger el transporte público; convivir con varios compañeros en el mismo espacio; participar en reuniones presenciales o visitar a un cliente.
En este contexto, es previsible que siga creciendo la necesidad de recurso a las tecnologías digitales que posibilitan el trabajo remoto.
Antes mismo del Covid-19, ya había mucha demanda por esta modalidad de trabajo, debido a la flexibilidad de horarios y a la posibilidad de conciliación con la vida familiar que presupone, aunque a las empresas no les gustase mucho, por asociarla a una pérdida de control sobre los trabajadores. La crisis sanitaria ha venido comprobar que es posible practicarla con éxito, quedando las organizaciones sin excusa, para volver al modelo de trabajo presencial que predominaba de antaño.
Ante la “nueva normalidad” que se avecina para el desconfinamiento, hay que tener en cuenta, también, que un número considerable de pequeñas empresas y negocios, no dispondrán de condiciones infraestructurales, ni de recursos económicos para conseguirlas en el corto plazo, que les permitan cumplir con todos los requisitos exigidos para volver a abrir sus puertas.
Mismo las PYMES medias, necesitarán de realizar cambios tecnológicos y organizacionales, que les permitan teletrabajar, flexibilizar y virtualizar sus procesos, actividades y negocios. Sin embargo, para que las PYMES, inviertan más en el uso de la tecnología digital, será imprescindible un refuerzo en los apoyos financieros que se les concedan.
No obstante, la digitalización, no trae asociadas solamente dificultades. Las empresas, que elijan esta vía, se beneficiarán también de ahorros importantes, como, por ejemplo: disminuirán sus gastos fijos con instalaciones administrativas; reducirán significativa el consumo de combustible y los costes de mantenimiento de los vehículos debido al aumento del teletrabajo y, consecuentemente, reducirán sus impactos ambientales negativos, en particular, las emisiones de GEI.
¿Por qué son esenciales la tecnología y la conectividad, para mantener viva la llama del negocio, durante la crisis del coronavirus?
Aunque, el virus haya llevado al cierre por tiempo indeterminado, de muchas actividades productivas y de prestación de servicios, tal no impide que las empresas mantengan viva y activa su presencia en el mercado, defendiendo sus marcas y productos. La adversidad que vivimos, puede incluso potenciar la siembra de más valías hacia el futuro, si nos valemos del marketing digital.
Datos recientes, demuestran que el confinamiento obligatorio hizo aumentar más aún, el uso de la internet (un 81%, según los datos del mes de marzo[3]). La población, está muy pendiente de los contenidos digitales, siendo esa la mejor vía hacia el consumidor/usuario.
Sin embargo, si pretendemos aprovechar bien esta ventana de comunicación, no debemos bombardéalos con “publicidad basura” que entupe artículos, noticias y vídeos de youtube. Hay que meternos en su piel, para conectar con ellos y demostrarles que la empresa tiene un cometido más allá de la facturación.
El marketing digital debe ser creativo y capaz de empatizar con el cliente, centrándose en lo que este está buscando para suavizar o hacer cara a estos días difíciles. Algunos ejemplos son:
- Publicar artículo(s) o videos que enseñen el lado humano del negocio y como la empresa/marca está lidiando con la adversidad, sacando el mejor de sí misma, para servir al cliente;
- Noticiar, en blogs, página web, plataformas, periódicos u en otros medios digitales, el comprometimiento y responsabilidad social de la organización, a través de su participación en acciones de apoyo y solidaridad para con la crisis y personas más afectadas. Algunas de estas acciones pueden ser:
Distribuir comidas y alimentos a los más carenciados y al personal sanitario;
Realizar donaciones financieras para la adquisición de mascarillas y otros EPI’s; desinfectantes y equipos para los hospitales, como es el caso de los respiradores;
Dedicar líneas de producción a la fabricación de bienes esenciales para combatir la pandemia (p.e. alcohol, desinfectantes, respiradores, mascarillas, etc);
Comprar y apoyar la compra a los productores locales;
- Responsabilidad social hacia sus empleados, como, por ejemplo:
proporcionarles los EPI’s, condiciones laborales y formación necesarios, para asegurar cero contagios;
garantizar el pago integral de los sueldos y la continuidad del empleo
generar la confianza del consumidor en la seguridad sanitaria de sus productos/servicios, a través de la difusión de videos e imágenes;
- Regalar o rebajar los precios de los servicios durante la crisis, tales como:
Contenidos formativos e informativos;
Entregas al domicilio;
Transporte de personal esencial;
Electricidad y gas para el personal y organizaciones esenciales al combate de la pandemia, como son los sanitarios y los hoteles medicalizados; así como para las familias carenciadas;
Contenidos de ocio: videos, pelis, libros, juegos, etc.
Este tipo de acciones posicionarán la empresa y su(s) marca(s) en un escalón humanitario superior, dejando una huella muy positiva en la mente de cada consumidor/usuario.
Utilizar la tecnología digital, para desarrollar la conexión emocional del cliente con la empresa, permitirá revertir a medio plazo, el impacto económico del Covid-19.
La importancia de las tecnologías digitales y como pueden agilizar la implantación de la Economía Circular
Las ideas presentadas anteriormente, culminan en el modelo de Economía Digital, soportado en las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC’s); capaz de nos proporcionar de forma eficiente, bienes y/o servicios muy diversificados y personalizados, sin que tengamos necesidad de desplazarnos.
Este modelo económico, emergente de la 4ª revolución industrial, abarca hoy en día, a toda la sociedad humana y geografía planetaria, desde las ciudades más cosmopolitas, hasta el rincón más remoto, adonde llega la señal de internet. Además, sus números y ganancias siguen creciendo exponencialmente, frente al modelo económico tradicional.
Analizando en paralelo los conceptos de Economía Digital y de Economía Circular, constatamos que sus objetivos y principios se complementan, siendo en ambos casos, la finalidad principal: tomar decisiones que nos permitan obtener el máximo beneficio a partir de recursos limitados.
La Economía Digital, tal como la Economía Circular, usan la tecnología y el design thinking, para desarrollar sus procesos, productos y servicios.
Los componentes principales, que necesitamos para desarrollar la Economía Digital, son tres:
Las TICs: tecnología utilizada para manejar las telecomunicaciones, los medios de difusión, los sistemas inteligentes de gestión de edificios, los sistemas de transmisión y procesamiento audiovisuales y las funciones de control y supervisión basadas en internet;
Los usuarios: empresas, personas o instituciones que demandan y ofrecen productos o servicios.
La infraestructura: red de banda ancha, que permite la conexión entre ambas entidades.
Por otro lado, para lograr el éxito en la implantación, de ambos modelos, hay que involucrar una gran diversidad de agentes interrelacionados, a quién compiten determinados roles:
Gobierno: políticas, estrategias y regulación;
Empresas: innovación y circularidad de productos/servicios y procesos; tecnología productiva que permita alcanzar la neutralidad carbónica, utilizar recursos de fuentes renovables y convertir residuos en materia prima, cerrando los ciclos del modelo circular; digitalización transversal a todo el negocio y gestión empresarial;
Centros de Investigación y desarrollo, startup’s: diseño y desarrollo de productos/servicios circulares;
I+D+i de tecnologías de producción limpia (descarbonización) y de soluciones circulares para los diferentes tipos de desechos; desarrollo de softwares, APP’s, u otros soportes digitales, que faciliten el procesamiento de datos, control de sistemas y conexión virtual entre todos los agentes;
Mercado/clientes: exigencias cada vez más centradas en productos/servicios bio, circulares, no contaminantes, diversificados y personalizados; información y comunicación siempre disponibles; adquisición/uso, basados en flexibilidad, facilidad y rapidez. Requisitos estos que no se pueden cumplir, si no disponemos de soportes digitales y conexión virtual.
Las TIC, son hoy una herramienta indispensable en todas las etapas y procesos que constituyen una empresa, sino veamos:
En el ámbito de la comunicación y promoción de los productos/servicios, las redes sociales, como Facebook, Instagram, Twitter, Blogs de influencers, etc, condicionan las decisiones de las personas;
El marketing digital (que está siendo utilizado por cada vez más empresas), se está beneficiando del conocimiento y parametrización de las preferencias y tendencias de consumo de cada usuario de la web, simplemente rastreando su navegación (p.e: compras online, búsquedas en Google, posts en las redes sociales, etc.). De este modo, las empresas consiguen crear contenidos de interés para los internautas y que a la vez estén relacionados con su oferta de productos/servicios, influyendo en las elecciones de compra de los consumidores. Incluso, serán capaces de crear productos específicos para determinado cliente o nicho de mercado.
Plataformas o APPS, pueden ser compartidas por varios usuarios, desde los proveedores a los clientes, optimizando y garantizando la seguridad, en el procesamiento de datos (p.e: para gestionar los pedidos a proveedores, las solicitudes de los clientes, stocks y logística, control de calidad, trazabilidad de los productos/servicios, etc), mejorando la eficiencia de la empresa en materias como los plazos de entrega, la gestión de rutas, el tratamiento de reclamaciones, etc.
La economía digital permite también, establecer una relación directa empresa – cliente, eludiendo a los intermediarios, eliminando canales de distribución innecesarios, que hacen con que disminuya la competitividad de la empresa.
La utilización de las TIC, como hemos comprobado en plena crisis del coronavirus, permite prescindir de la presencia in situ de una franja significativa de trabajadores. A mantenerse esta tendencia tras la pandemia, seguiremos ahorrando en costes de transporte, gastos fijos con instalaciones, al mismo tiempo que estaremos reduciendo las emisiones de CO2. Incluso en algunas actividades de asesoría, las TIC permiten integrar en la plantilla, personal que está a miles de Km de distancia de la sede física de la empresa y/o de los clientes.
La digitalización en la Economía Circular: una multitud de APP’s al servicio de un desarrollo más sostenible
Según datos de 2017[4], hay en España, más de 27 millones de usuarios activos de APPS, que tienen instaladas una media de 17,8 aplicaciones en su móvil y unas 11,4 en su tablet.
Las APPS actualmente disponibles, cubren múltiples funciones, siendo las más conocidas comunicar, jugar o disfrutar de vídeos y música. Sin embargo, hay también, las que se destinan a desarrollar nuestra concienciación y respecto con el medio ambiente, al mismo tiempo que nos ayudan a ahorrar más en las facturas domésticas y empresariales, como p.e a través de la mejora de la eficiencia energética.
En resumen, la economía digital:
permite el acceso libre a un vasto abanico de mercados, a una escala global;
potencia el crecimiento del negocio a través de la oferta de productos/servicios innovadores y enfocados en las exigencias y expectativas de los clientes;
conlleva a una mejora significativa de la eficiencia de los procesos y consecuente aumento de la satisfacción de los clientes y de otras partes interesadas, que he mencionado anteriormente;
reduce los costes fijos y variables del negocio, aumentando exponencialmente la competitividad del producto;
Permite una mayor flexibilidad a los trabajadores (p.e teletrabajo, flexibilidad de horarios) y una mejor conciliación de la vida laboral, con las esferas familiar, social y personal;
Permite, desarrollar herramientas, como las plataformas virtuales y APPS, para comunicar, recoger, gestionar y controlar datos ambientales, ayudando, así a reducir significativamente los impactos ambientales negativos, inherentes al consumo de recursos no renovables y emisiones de gases de efecto invernadero;
Sirve de palanca y herramienta indispensable para la implementación de la economía circular;
Genera nuevas oportunidades de empleo digital, así como la economía circular genera empleo verde.
La Pandemia ha puesto de relieve la importancia de la digitalización y de la Economía Circular, para la supervivencia de la Humanidad.
[1] Yuval Harari: “La tormenta pasará. Sin embargo, las elecciones que haremos nos cambiarán la vida en los próximos años”.
[2] informe de EAE Business School “La productividad del trabajo y la conciliación laboral 2020”.
[3] Datos de la consultora tecnológica Akamai.
[4] Informe mobile en España y en el mundo 2017, elaborado por la consultora de marketing digital Ditrendia.
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